Noruega: vuelta a tierra firme
Tras estos días como turistas de lujo, llegamos a Trondheim a las 6:30 de la madrugada. Cuando bajamos a por las bicis vimos que habían tirado nuestros sacos por el suelo y que las equilibraban poniendo nuestras frágiles esterillas entre ellas. Nos fastidió bastante el trato y fuimos a quejarnos a recepción, donde habíamos pagado diez euros por cada bici dos días antes para recibir ese trato, aunque tampoco sirvió de nada. Ni siquiera una disculpa. Pero bueno, ya se sabe cómo es esta sociedad. Si hubiéramos llevado un Ferrari, seguramente nos lo habían tratado mejor y si nosotros hubiéramos ido vestidos de marca oliendo a pachuli pues también… Así que allí estábamos en el puerto de Trondheim con la rueda desinflada una vez más. Fuimos a la información turística en busca de las tiendas de bicis, porque esa es otra. La rueda que habíamos pedido por amazon no había llegado y ponía que tardaría quince días. Necesitábamos un milagro, pero ya. Encontramos una tienda donde vendía