Dinamarca
Subimos al barco, despidiéndonos, al fin, de Noruega. Este barco era diferente a los barcos del correo. No tenía salones y los pasajeros que no disponíamos de camarote, teníamos que dormir en una sala llena de butacas como de cine. Así que como la mayoría de butacas estaban libres, cada cual se agenció un espacio de suelo y por allí nos tiramos a dormir. Cuando amanecimos, ya habíamos llegado a Dinamarca, al puerto de Hirtshals. Y no os imagináis el cambio tan grande. De repente, los bosques y lo verde en general, habían desaparecido y todo volvía a ser completamente llano y campo de cultivo. Cuando salíamos del puerto encontramos a un hombre alemán, que también iba en bicicleta y paramos a hablar con él. Nos dijo que tenía un velero, con el que quería dar la vuelta al mundo y estuvimos hablando de la educación alternativa. Al rato, nos despedimos y pusimos rumbo al sur por la parte este del país. En Suecia, nos dejamos por visitar Gotemburgo, después del agob