Nosotros

Sara

Madrileña desde que nací en 1989.


Siempre he tenido inquietud por las artes. Recuerdo cuando era pequeña que me pasaba las horas dibujando, era mi gran afición. Y podía salirme mejor o peor, pero siempre me sentía orgullosa de lo que había logrado. ¡Ay, ríete de esos adultos que parecen siempre niños!
Pronto empecé con la música, alentada por unos padres que, a su forma de ver, buscaban un futuro con más posibilidades para su hija. Ahora tengo las carreras de Bellas Artes y Música; para mí, dos papeles sin importancia, para mi madre, todo un orgullo.
La cosa es que, desde que la afición se convirtió en estudio, todo fue a peor hasta el punto de que, si hoy me preguntan, afirmo con rotundidad que no sé dibujar. Pero, ¿qué pasó en esos años?
Pasó que el miedo y la inseguridad se apoderaron de mí, y no solo eso, sino que no tenía autocrítica. Siempre me dejé llevar por los comentarios de fuera. Y suele pasar que lo que más te resaltan son los fallos que tienes. Así que, poco a poco fui olvidándome de mis hazañas para centrarme en mis fracasos.
En un curso que hice sobre el miedo escénico, me enseñaron un anuncio que trata este tema y que, desde que lo vi, se convirtió en mi preferido. Y quitándole la parte comercial tiene mucha razón, al menos para mí. Es de la marca Saga Falabella, seguramente lo podéis encontrar en YouTube por el nombre de ‘miedos’. En él, se ven mujeres afrontando diferentes situaciones de la vida, a las que les da miedo enfrentarse. Pero al final todas se deciden a plantarle cara.
Y, ¿quién no ha oído alguna vez eso de: ‘la mejor manera de superar tus miedos es enfrentarte a ellos’?
Pero si hay algo que me caracteriza es que yo no me doy por vencida demasiado fácil. Si algo no me sale, nunca será porque no lo intenté. Así que, acabé mis dos carreras todo lo mejor que pude. Elegí dos carreras que necesitaban mucho tiempo de dedicación, a parte que al final, me tuve que poner a trabajar también. Pero fue mi elección y no me arrepiento de ella.
Y lo que es la vida, finalmente acabé emigrando de España, y fui a parar a los Países Bajos. Yo vine decidida a seguir estudiando, a intentar conseguir un máster en música. Después del primer curso y aún sin terminar, todo volvió a cambiar. ¡Y es que un año da para mucho!
Empecé a salir con Miguel, la otra mitad del proyecto y ‘mi otra mitad’. Y con él he seguido aprendiendo muchas cosas.
Miguel desde que yo le conozca, que ya son muchos años, quería hacer un gran viaje a China. Casualidades de la vida, a mí también me encanta viajar y en algún momento se nos ocurrió que podríamos viajar a todos los sitios que quisiéramos, total, ¿qué nos lo impide?
Y aquí es donde empiezan los dilemas, de qué es lo que hay que hacer en la vida o lo que mejor ve la sociedad, etc. Pero afortunadamente, eso es algo que a nosotros no nos preocupa.

Al final, después de una de esas vueltas que da la vida, mis carreras quedaron de lado y empecé a trabajar en una fábrica de pollos para poder financiar ‘nuestro gran viaje’.
Y aquí es cuando más de uno se estará echando las manos a la cabeza y pensando: pero, ¿cómo puede trabajar en una fábrica de pollos? ¡Si tiene dos carreras! ¡Qué horror! ¡Ay, amigo! Créeme si te digo que en esos momentos he pasado por una de las etapas más felices de mi vida. Porque al final, no importa lo que hagas ni como lo hagas, sino estar a gusto y hacer lo que quieres. Y no es que trabajar en una fábrica sea el sueño de nadie, ni el mío tampoco, ¡ojo!, pero en ese momento puede más la ilusión por el objetivo a alcanzar que la monotonía del trabajo. 
Entre tanto, se nos ocurrió crear este pequeño rincón, como preparación a nuestro viaje, como aprendizaje y como inspiración para tantos otros viajeros.... ¿Nos acompañas?

Pero vamos, la mía, es solo una historia entre tantas otras, que sirve para recordar que siempre habrá quien te apoye en lo que pienses y hagas, quien te critique y quien se muera de la envidia. Quizás conozcas más gente dentro de los dos últimos grupos, pero recuerda que solo tú sabes lo que quieres y vives tu propia vida y que, ésta es un cambio continuo desde el primer momento. Solo tienes que afrontarla de la mejor manera posible. ¿Te atreves?

Hasta aquí es lo que había escrito en un principio sobre mí, pero crear la página web no es cosa de la noche a la mañana (Miguel está dedicando muchísimo esfuerzo) y en este tiempo me he dado cuenta que es más importante la parte mental. Más allá de la historia, de los hechos, lo que importa es cómo los afrontas, lo que aprendes, lo que sacas de ellos.
Y en verdad, está reflejado en la otra parte del post, pero le voy a dar un poco más de amplitud en este y también lo enfoco a viajar.
Si has entrado en nuestra página estoy segura que es porque te gusta viajar y planeas alguna escapada o por qué no, tienes un proyecto en mente para vivir viajando.
Llevamos meses forjando nuestra idea y el mejor consejo que te puedo dar es que lo único que necesitas para algo así (y para la vida en general) es ilusión, el resto ya viene solo. He pasado por momentos difíciles: nosotros hemos decidido trabajar primero para comprar el equipamiento antes de partir y luego despreocuparnos bastante de esas cosas. Por supuesto, el trabajo no es el ideal como habrás podido leer anteriormente. Así que, a veces es fácil olvidar tus objetivos, lo que realmente quieres y por qué haces las cosas. Cuando olvidas eso tu ilusión se esfuma, porque a ti lo que te ilusiona no es lo que haces que no te gusta demasiado, sino precisamente el objetivo por el que lo haces. Cuando tu objetivo no es instantáneo sino que requiere de cierto tiempo es fácil que según va pasando el tiempo lo vayas dejando de lado. ¡No! ¡Error! Ponte pósits o posters o lo que se te venga a la cabeza, empapela tu casa si es necesario, no pierdas tu objetivo y no pierdas la ilusión.
Y ahora es cuando estarás pensando: pues qué pérdida de tiempo, estar haciendo algo que no te agrada demasiado mientras podrías hacer otras cosas. Bueno, hacer algo que no te agrada demasiado te va a pasar infinitas veces en la vida, así que revalido mi primer consejo. Y pensando en el tiempo me he dado cuenta de algo muy importante. Muchas veces, Miguel, mientras estaba creando la página web me decía: ‘Llevo horas delante del ordenador y no he avanzado nada, ¡qué pérdida de tiempo!’. Yo creo que el tiempo no lo pierdes nunca, ni en el peor de los casos que te puedas imaginar. El tiempo no se pierde, se invierte. Y es que es más fácil encontrar el lado positivo de las cosas, lo que pasa que nunca nos paramos a pensarlo. A veces creías usar el tiempo para algo y justo para lo que querías no lo habías aprovechado en absoluto. Pero míralo por otra parte, tienes más conocimientos y experiencia. A lo mejor no te sirven para aplicarlos en ese momento, pero sí para otro. El tiempo y en qué lo inviertes te crean como persona: puedes tener aciertos, errores, aprovecharlo más o menos, pero perderlo, jamás podrás perder el tiempo.
Y como no hay dos sin tres, mi último consejo es que te olvides de los miedos. De este tema ya hablé también anteriormente con el anuncio de los miedos. Siempre van a estar ahí, pero eres tú el que decide si plantarles cara y cuándo y cómo. También puedes pasar de ellos, como te decía antes. Busca tu mejor método, pero nunca dejes que te frenen. Ellos son a veces nuestros peores enemigos.

Quiero compartir contigo una última cosa (por el momento) de la que me he dado cuenta últimamente. Y es que, echando la vista atrás y fijándome en la gente de la que me he rodeado, tengo que decir que soy hiperafortunada: siempre me he rodeado de gente muy positiva. Mis amigos siempre han sacado mi mejor sonrisa y me han hecho ver las cosas de otra manera. Gracias infinitas a todos y cada uno de ellos, que aunque estemos lejos o no tengamos tanto contacto tienen un hueco bien grande dentro de mí. Así que, por supuesto, no hay que olvidar, la gente de la que te rodeas: ellos también forman parte de ti y de quién eres. Y ahora que ya he madurado lo suficiente, voy a seguir ese camino del positivismo que me han enseñado, porque me parece un gran método. 
Y ya que he empezado con agradecimientos, no puedo olvidar a mi familia, que por supuesto, también forman gran parte de mí, me han ayudado siempre en todo, mi madre en especial.
Por último, te recomendaría tener muy presente que, sea lo que sea lo que quieres hacer, probablemente no seas el primero y que, de todos los anteriores, podrás recibir algún que otro consejo. El mundo será como tú quieras que sea para ti.

Y bueno, creo que ya es suficiente para una presentación. Si aún te quedase alguna duda o curiosidad no dudes en dejar tu pregunta en comentarios.


Miguel

¿Quién es Miguel Alonso?


Nací en la ciudad de Madrid, en España. Una ciudad fascinante aunque, a veces, demasiado grande para las personas que la habitan. Como diría Sabina, una ciudad invivible pero insustituible. Desde bien pequeño tuve la suerte de poder escaparme todos los veranos del sofocante calor de la ciudad, para ver a la familia en Asturias. Por Asturias, me internaba en rutas por bosques con familiares, íbamos a playas vacías de gente, descubríamos animales y plantas, a veces juegos peligrosos como molestar a las avispas o pasar por cercados de vacas electrificados, pero donde no había lugar para el aburrimiento.

Creo que ya desde entonces, el sentimiento de querer vivir más unido a la naturaleza no se fue de mí. El amor por la naturaleza es algo innato en las personas. No es posible sentir todo el placer que la naturaleza da y no querer vivir más en armonía con ella. Así, durante mi vida he ido aprendiendo todo lo que he podido sobre cómo llevar una vida más natural. En mi primer blog, naturalenda.com, están muchas de mis reflexiones sobre ello.

Siempre he tenido inquietud por muchas cosas en la vida. Ese niño que todo quiere saberlo y todo le parece interesante. Por esto, he acabado aprendiendo sobre muchas cosas dispares sin ser experto en ninguna. Creo que merece la pena saber de todo un poco en lugar de mucho de una sola cosa. Aunque, si un tema te apasiona, acabas siendo un experto.

A rasgos generales, los temas que más me atraen son: la naturaleza, la autonomía, el respeto por el medio ambiente, y llevar una vida sana; y en relación con estos, aprender a dejar la menor huella ecológica posible, consumiendo lo más natural posible, reutilizando mejor que reciclando, compostando mis residuos orgánicos y contribuir, en la medida de mis posibilidades, participando en proyectos sostenibles, huertos urbanos, concienciación y cuidando mi alimentación y salud. Así, sigo una dieta vegetariana y me encanta ir en bicicleta, practicar yoga y cualquier deporte. Siempre con gente, si puede ser. La gente es muy importante en nuestra vida, por ello he intentado rodearme de personas positivas con ganas de vivir, y he tendido a desentenderme un poco de la gente tóxica. Al principio, trataba de entender el por qué, y si podía aportar algo, pero con el tiempo vi que mis esfuerzos no hacían más que contagiarme negatividad. Aun así, tengo la filosofía de no hacer ningún mal a nadie y ayudo a otras personas si está en mi mano. Si se puede ayudar a una persona, ¿por qué no ayudarla? Eso sí, sin que esa persona te cree un problema por ello.

Siguiendo con la introducción... Como marcan los estándares sociales, llevé una vida normal, estudié una carrera, (en principio me hubiera gustado estudiar varias) y al acabar continué haciendo cursos y buscando trabajos. Trabajos que en principio estaban bien, pero no eran mi pasión. Eso sí, me ayudaron a darme cuenta que era un experto en encontrar procesos defectuosos. Siempre intento mejorar la manera de hacer las cosas, viendo qué problemas hay y probando nuevas ideas, pero siempre me he encontrado una enorme barrera: en la mayoría de sitios nadie quiere cambiar nada, prefieren hacer lo que se les ha dicho que hagan y no se paran a pensar si se puede mejorar o si está bien o mal. Pero si las cosas no se van adaptando se llega al tipo de vida que tenemos hoy en día.

Aburrido un poco de lo absurdo y destructivo que supone vivir esta vida establecida, decidí que lo que me gustaría hacer sería no estancarme en un trabajo monótono, del cual despertara después de muchos años viendo la vida que perdí. El mundo es muy grande y tiene tanta diversidad que la idea de centrar una vida en una casa y un trabajo me perturba. No solo por mí, sino por la sociedad en general. En realidad mi idea de vida no es pasarme todo el tiempo viajando, sino conocer todo lo que hay ahí afuera y después, ya restablecerme en un lugar tranquilo, donde llevar una vida lo más integrada con la naturaleza posible y utilizar toda esa riqueza adquirida, a modo de experiencias y conocimiento, para poder mejorar un poco mi entorno.

Sobre viajes, mi viaje idílico siempre ha sido recorrer China, me fascina la cultura oriental y en particular la de este país. Por ello estudié chino durante tres años, en los que aprendí un montón de cosas. Aunque la vida es una sorpresa, y me salió la oportunidad de ir a trabajar a los Países Bajos, una experiencia también única. No solo por conocer la cultura holandesa, que me llamaba mucho la atención, sino por el hecho de enfrentarme al reto de trabajar y vivir en otro país. La experiencia a día de hoy es, que es cierto que es un país muy avanzado en muchas cosas, pero en otras te das cuenta de lo que añoras ciertas costumbres de tu tierra.

Lo bueno es que allí, engañé a Sara para coger una bici y empezar a recorrer mundo. No fue difícil, a ella también le parecía un medio saludable y respetuoso de ver mundo, y un poco más rápido que las kilometradas que se metía andando en el Camino de Santiago. Y al final, viajar en bicicleta va muy acorde con nuestras ideas comunes.

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