Luxemburgo

Al poner rumbo a Luxemburgo, ya en bici, agradecimos infinitamente que nos recogiera Steffen en la estación de tren, pues había una buena cuesta antes de llegar a su casa.


Continuamos tranquilamente y pronto llegamos a la frontera. Al poco de pasarla descubrimos que muchas empresas alemanas tenían su sede en territorio luxemburgués, para evadir impuestos. También había muchos supermercados, donde cargaban los alemanes y también gasolineras. 
Después de esta escena, llegó el campo, con muchos viñedos. Y nuestro día transcurrió tranquilo hasta la capital, donde nos esperaba Jamie con su familia. Él es de origen inglés y su pareja cubana, y tienen una niña preciosa de dos años, con la que nos entretuvimos mucho. Nos contaron que en Luxemburgo hay una gran comunidad de portugués-parlantes. Ellos también habían venido hasta aquí en busca de oportunidades. Jamie se esforzó por hablarnos en español, porque estaba aprendiéndolo. Viven en un piso chulísimo. Y lo que descubrimos con ellos fue la tabla de equilibrio, que consiste en un cilindro sobre el que encajas una tabla y tienes que subirte y quedar equilibrado, sin que ninguno de los lados toque el suelo. La verdad que es bastante difícil, pero nos ha parecido un buen invento para entrenar.

Al día siguiente marchamos, visitando a nuestro paso, la ciudad. Luxemburgo también es una de esas ciudades con gran inmensidad de zonas verdes. Además, no es excesivamente grande y es muy tranquila. Aunque también es muy imperial y majestuosa. Todo está muy bien cuidado, se nota dónde hay dinero… Pero nos gustó su estilo. También pasamos con un mirador de cristal en lo alto de un parque, donde estuvimos haciendo de las nuestras para divertirnos.... En cualquier alto se puede observar todo un bosque con algunos edificios entre medias... Desde luego que si tienes oportunidad, merece la pena pasar por esta ciudad.

Yo me empeñé en pasar por este país a la vuelta de nuestro viaje porque al final, yo creo, que la gente pasa un poco de los países tan pequeños, me parecen un poco los países olvidados, y para mí, que el resto de Luxemburgo tiene mucho encanto. Algún día les tocará el turno a Andorra o Liechtenstein.
Nosotros seguimos rumbo hacia la frontera con Francia. Al ser un país tan pequeño, solo nos había costado dos días atravesarlo. Igualito que Finlandia…

Conclusiones

Hemos descubierto que Luxemburgo es un país con mucho encanto, cuya capital es de esas ciudades tranquilas y con muchas zonas verdes, que tanto nos gustan a nosotros.
Pero también hemos descubierto, que es un paraíso fiscal para muchas empresas y que hay mucho chanchullo, sobre todo por la parte más cercana a la frontera alemana.
Hemos descubierto que a la capital llega mucha gente en busca de oportunidades. Y hemos podido comprobar la hospitalidad que tienen. Aunque no hemos tenido tiempo para poder profundizar en su cultura, pero abandonamos el país con buenas sensaciones.

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